Escrito por: Deathbater
24 noviembre, 2015
Crónica: Storm Spirit
Nota: aunque había dicho que la próxima crónica iba a ser la de Lina y Cristal Maiden, un conocido mío me dijo que su amigo falleció. Ese chico era un dotero, y su héroe favorito era el Storm Spirit.
Así que esta historia está dedicada en honor a él, que en paz descanse.
Así que esta historia está dedicada en honor a él, que en paz descanse.
Mientras caminaba por el bosque, se desató una terrible tormenta eléctrica. Ni siquiera me percaté en qué momento se había nublado el cielo.
Corrí lo más rápido que pude hasta que divisé una luz en la lejanía. Un viejo con la barba muy blanca estaba sentado junto a una fogata en una pequeña caverna natural, y me hizo señas para que me sentase junto al fuego. Un rayo partió en dos a un gigantesco árbol no muy lejos de mí, recordándome que el lujo de dudar no era una opción.
-Muchas gracias, señor.- Le dije todo empapado mientras la calidez de las llamas acariciaba mi piel.
Me miró de arriba a abajo y se echó a reír. Ante mi cara de atónito, me dijo:
-¿Alguna vez escuchaste sobre la leyenda del espíritu de la tormenta, muchacho?
-No señor.- Le conteste humildemente. La tormenta no parecía querer detenerse nunca, y no tenía nada mejor que hacer, así que me preparé para escuchar una de esas viejas historias..
En una época donde las criaturas que poblaban la tierra estaban en contacto con los elementos y sus deidades, mucho antes de la creación de inmensos reinos o impresionantes ciudades amuralladas, los elementistas eran considerados como los primeros magos.
Thunderkeg era un joven elementista que creció en las Montañas Aulladoras. Si bien nació con una capacidad natural para conectarse con los elementos y manipular el mundo que lo rodeaba a su antojo, nadie le advirtió que algunos conjuros están prohibidos en este mundo.. Y en el de los dioses.
La pequeña aldea que lo vió crecer casi fué destruida por un intento fallido de manejar las corrientes de viento, produciendo un tornado que casi mata al joven mago.
Enfurecidos, los aldeanos le pidieron que se marche por ser considerado como una terrible amenaza.
Así, para no causar más problemas, Thunderkeg se fue sin despedirse. Aprovechó la noche para viajar por el norte, intentando atravesar el desierto de Qaldin.
Luego de varias semanas de viaje, el desierto le parecía interminable. Se le habían acabado las provisiones y se estaba muriendo de sed.
Sólo quedaba intentar usar su manejo de los elementos para forzar a que lloviese, pero si intentar controlar el viento había desatado un tornado, no quería imaginar que traería una tormenta.
Al final, no le quedaba más opción que intentarlo o morir. Dibujó un gran símbolo en la arena, y comenzó a canalizar su poder.
Debía encontrar en su interior la voz de la tormenta, y llamarla para que acuda a su encuentro.
Mientras se conectaba con su pasado, fue la voz de la tormenta quién lo llamó a él. El cielo se llenó de nubes negras y un enorme rayo de color azul explotó delante de él, dejando un pequeño cráter humeante.
De entre el humo negro surgió una figura que brillaba. Éra Raijin, la tormenta celestial.
Cuando habló, su voz provenía del cielo:
- Humano, has invocado a un ser elemental en tu infinita ignorancia. El mundo pagará por tu insolencia.
El joven mago no estaba seguro de que había pasado, pero sabía que era su culpa. Aprovechó que el elemental no le estaba prestando atención a un simple humano y utilizó un último hechizo prohibido.
Dibujo un pequeño círculo en la arena y se cortó la palma de la mano con la daga que llevaba siempre consigo. Apoyó la mano en el suelo y cerró los ojos.
El elemental sintió la inconfundible presencia de un conjuro suicida y se volteó para ver al alma del muchacho abandonando su cuerpo, convirtiéndose en un proyectil que se dirigía hacia él a toda velocidad.
Ni siquiera la fuerza de la tormenta puede reaccionar tan rápido como para esquivar un hechizo de sangre.
En un abrir y cerrar de ojos, el elemental cayó al suelo y se quedó inmóvil. Después de unos segundos, quien se puso de pie no fué Raijin el elemental, sino Storm Spirit.
Con sus almas fusionadas, Raijin Thunderkeg se convirtió en el primer Celestial en tener cuerpo físico y poder recorrer libremente nuestro mundo.
Los ojos del viejo brillaban con el fuego, profundos y sabios.
-Muy buena historia, señor.- Le dije mientras me preparaba para desenvainar mi cuchillo. Supongo que hoy no es su día de suerte al cruzarse con un asesino en apuros, pensé.
De pronto, la fogata se apagó y quedé a oscuras. Desenvainé rápidamente el cuchillo y corrí hacia el exterior de la caverna.
Al momento de poner un pie fuera, se iluminó todo por un instante que pareció eterno, y una luz azul me envolvió por completo. Juraría que lo último que escuché fue una risa burlona..
Como de costumbre, gracias por leer.
Si es la primera vez que lees una de mis crónicas, puedes encontrar las demás aquí.