Escrito por: Deathbater 06 junio, 2014


La prisión de Foulfell no es una prisión normal. Está ubicada en una dimensión oculta, donde los demonios encierran a los suyos.
Porque hasta el infierno tiene un infierno, dicen.

En la parte mas profunda y oscura de la prisión yace uno de los demonios mas poderosos. Condenado a contemplar el reflejo de su retorcida alma por toda la eternidad en sus cristales refractores.
Luego de derramar sangre por los 7 dominios infernales, robar a los Señores Demoníacos e intentar escapar a la superficie, El Consejo decidió encerrarlo. Para siempre.



Pero un demonio no olvida.
No duerme.
Y acumula odio, mucho odio.

El reflejo que veía era a sí mismo, mucho más poderoso e imponente que nunca.
Se encontraba encerrado entre 4 paredes cristalinas que devolvían esa retorcida imagen de sí mismo. Pero no era una simple imagen, no.
Este reflejo pensaba por si mismo, y era la representación mas poderosa y oscura de su alma.

Por siglos,el reflejo atormentó al demonio con imágenes en su mente. Pero no logro que hablara ni una sola vez, ni siquiera que cambiara de postura. Solo estaba sentado en silencio, inmóvil e imperturbable.
El reflejo comenzó a preguntarse por cuanto tiempo más tendría que estar ahí. ¿Por que su única razón de existir era atormentar a un demonio que tal vez había muerto?

Podía sentir el poder que tenia solo por ser el reflejo de aquel demonio.
Cuando despertó de sus pensamientos, el demonio estaba de pie cerca del cristal, observándolo. Entonces habló.

-"Únete a mí... Y busquemos la venganza que merecemos."
Su voz retumbó por todos los cristales, y con esta simple orden, el reflejo de su alma se fusionó con él.
Con todo su odio.
Con todo su poder.



El poder que lo inundó casi le hace perder la conciencia, pero ahora la prisión más temida del infierno no era más que un juego de niños. Destrozó los cristales y asesinó a todos los guardias.
Su venganza estaba cerca.
Volvió al infierno y descuartizó a quien se interpusiera entre él y la superficie.



Al salir por el portal, llenó sus pulmones de aire y supo que nadie, por más poderoso que fuese, podría enfrentarse a él.
Entonces recordó que los guardias de la prisión nombraron una vez una guerra, donde los mejores guerreros estaban reunidos.
Una sonrisa le atravesó la cara mientras iba camino a la guerra por la Defensa de los Antiguos.
"Espero no llegar tarde a la fiesta" pensó.


"Vengo desde el infierno de los infiernos."

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